lunes, 19 de septiembre de 2011

Ser Trabajar

Quienes me conocen ya saben que soy un renegado de mi profesión. Cada día más. Y podría pensar que es una de esas cosas que me ha tocado vivir por mis extrañezas. No obstante, a mi alrededor, cada vez encuentro más renegados. Una generación completa intentando huir de nóminas, horarios, jefes y rutinas.

Según la antropología, la relación del ser humano con la naturaleza, el proveerse alimento, cobijo y energía fue el primer ámbito de actuación cultural y uno de los más importantes. Con la evolución, llegó la división del trabajo por la complejidad social y la cultura técnica, y con ella, la elección de una profesión se convirtió en la decisión más importante de nuestra vida, un curso de acción diseñado que afecta a la totalidad de nuestro modo de vivir: lo que uno va a hacer, a la gente que va a conocer, lo que vas a ser. Porque uno no trabaja con la informática, con la arquitectura o con la medicina. Uno ES informático, ES arquitecto o ES médico. Tanto es así, que la elección de una profesión implica, o debiera implicar, unos ideales o valores compartidos entre el individuo y lo que la carrera profesional conlleva. Aunque estos ideales muchas veces están manchados por lo que la sociedad establece como ideales de profesión.

Claro... que todo esto no pasa por tu cabeza cuando a los 18 años (en el mejor de los casos) tienes que tachar la casilla de una prescripción universitaria. Unas asignaturas u otras tampoco van a suponer un ambiente distinto en la oficina ¿no? ¿o sí? Cuántos conozco que cuánto pagarían por tener otra vez delante el maldito formulario.

Uno intenta tomar una perspectiva más optimista. Al fin y al cabo sólo es una forma de ganarse la vida. Mi ideal está en otro sitio, no en una profesión. Vivir para trabajar o trabajar para vivir.

Pero la realidad es que pertenecemos (o yo quiero pertenecer) a otra generación. El paradigma productivista para organizar una sociedad en la que el ciudadano se identifica por su contribución laboral a la comunidad y su realización personal a través del trabajo toca a su fin. Soy de los que cree que el ser humano ya ha inventado demasiadas cosas como para tener que seguir perdiendo un tercio de su vida ganándose el sustento.

Y sí, sé que en el Congo nadie tiene estas preocupaciones. Ni tampoco en el seno de muchas familias en paro empujadas a vivir en la calle. Pero a todos afecta. Porque todos formamos parte de ese ser humano que no debiera necesitar tanto para vivir tan poco.

2 comentarios:

  1. Buena observación.

    Los estudios te sugieren, incluso, el nivel económico al que aspirarás en el futuro.

    Saludos.

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  2. Suscribo punto por punto todo lo que dices. Los que tienen la oportunidad de desempeñar un trabajo que les guste y con el que se sientan realizados son realmente unos pocos privilegiados.
    La decisión que se toma con la mayoría de edad, que parece que en un momento te lo juegas a todo o a nada, es muy terminal.
    Me encanta. Pilar, de El efecto Coriolis

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