Fue el viernes. Estaba rodeado de gente entusiasmada. Con su trabajo, con la investigación, con la tecnología, con la informática. Nos presentaban en una jornada un taller para crear propuestas al VII Programa Marco, un proyecto de la Unión Europea que incentiva el I+D+i con 50.000 millones de euros en 7 años. Aquella gente sonreía y hablaba de ideas para un mundo mejor. Un mundo, por ejemplo, en el que nadie pueda perderse en un parque natural gracias a las RFID o al GPS. Parecía ciencia-ficción. Hoy, paseando, veo que ese mundo ya está entre nosotros. Sentaos a observar en la calle aquellos que se quedan solos durante un momento. Es imposible encontrar a nadie despegado de unos auriculares o un teléfono. Me pregunto qué será de nuestra generación que ya no piensa ni siquiera cuando nos quedamos a solas con nosotros mismos en la calle, ni siquiera alejados de la televisión, ni siquiera en las caminatas de vuelta a casa.
Ahí estaba yo, rodeado de informáticos escuchando conferencias tecnológicas. Como uno más, porque, aunque renegado, aún soy uno más. Y mientras intentaba recordar cuándo fue la última vez que tuve una conversación con alguien sin que me interrumpiera el grito de un teléfono móvil, me preguntaba cómo de mejor realmente podríamos hacer este mundo dedicando esos 50.000 millones a otras ciencias menos comerciales. A premiar en la política, la ética, la justicia... Cuántas grandes ideas encontraríamos... Claro que nadie iba ahorrar para comprar un ensayo filosófico pudiendo gastar diez veces más en una tableta que acariciar con el dedo...
En los descansos, en lugar de tomar café con mis colegas, me paseé por la facultad. Mi antigua facultad. Me asomaba a las clases con curiosidad para reconocer viejos profesores y encontrar nuevos alumnos. Vi con un no sé qué a esos universitarios sentados atendiendo a la pizarra. Me imaginaba entre ellos años atrás. ¿Sabrían a qué mundo iban a dedicar gran parte de sus esfuerzos mientras tomaban notas del divide y vencerás? ¿Lo sabrían?
domingo, 3 de abril de 2011
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La actual histeria de la comunicación ... Nos han conseguido engañar, desde luego. Nos han vendido la moto bien vendida. Me pongo nervioso si mi móvil se queda sin batería o se me olvida en algún sitio.
ResponderEliminarEl último párrafo ha hecho que entre en mí el pánico de finalizar la carrera. Espero que este año que me queda se haga largo ...
Saludos.