Hay una península ibérica íntegra atravesando mis días.
Cada día me despierto y emprendo camino. Mil kilómetros. Y me armo de palabras para recorrerlo.
Palabras a mi espalda, que a veces me pesan demasiado [las respuestas a mis preguntas prohibidas que nunca quise escuchar]
Afilo a golpes de cuchillo palabras para cuando necesito defenderme [usándolas como alfileres de budú].
Geografía. Atlas. Mapas. Territorio. Agua, tierra, aire.
Caigo en la tentación de gastar frases enteras a cambio de un carromato al que subirme un trecho del camino. O me sirven de abrigo o de venda para los pies.
Algunas de ellas son palabras escondidas, tengo que llevarlas pegadas a la piel para que no se me noten debajo de la ropa y poder atravesarlas de estraperlo por toda la península.
Y hay veces que no tengo una palabra caliente que llevarme a la boca.
Cada día me armo de palabras, me sueño en palabras, me masturbo con palabras, me duelo con palabras, me despeño, me escalo, me ahogo, me hielo, me seco, me entierro, me siento viva con palabras.
Mil kilómetros. Cada noche llego exhausta a mi destino, muchas veces sin palabras, amor, o con palabras inservibles o inapropiadas, porque las correctas las perdí o me las confiscaron vete tú a saber en qué hito del camino.
Pero siempre llego. Muda o deshilachada, me quedo dormida mientras tú reconstruyes con saliva los fonemas rotos que llevo colgando.
Y cada mañana vuelvo a despertar a mil kilómetros de distancia.
martes, 5 de abril de 2011
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Te entiendo. También me separaron mil kms. que casi siempre eran más. Reconozco que puede ser fantástico y yo soy de las que creo que si se quiere se supera. Nosotros no pudimos o no quisimos. Hace mil kms no diría "nosotros", hubiese dicho "él". Qué te voy a decir: disfruta de los viajes, de la soledad, prohibiros el teléfono para discutir...y no os reprocheis quién se esfuerza más. Es duro, punto. Así que a sacarle la parte buena y a quererse mucho.
ResponderEliminarTe mando mil besos.