Hace ya muchos años solía preguntar en reuniones informales, emulando al Gala, si eran amados o amantes.
Me distraían las respuestas.
Nos enredábamos en disquisiciones dulces, intercambiando los papeles, las máscaras. Identidad y símbolo, juego e impostura.
Se defendía el invisible carácter activo del amado. Se intentaba despreciar el amor ególatra del amante.
Pero sin duda, lo de amante sonaba más divertido.
Llevo una etiqueta brillante colgada del cuello que reza:
"Advertencia: el uso del amor con este producto puede conllevar graves problemas de salud. No usar en caso de padecer enfermedades del corazón"
In-suficiencia cardiaca.
Recorrí ciudades de noche con labios pintados y perfume de frutas, tocando timbres a horas intempestivas.
Jugué a ser la exclava, la sumisa, el objeto de deseo. Dúctil y maleable, pero inaprensible.
Una mujer-pupitre me dijo: "eres un escaparate de cosas maravillosas... con un cristal imposible de traspasar"
Desgasté aeropuertos, trenes, geografía.
Yo siempre contestaba que era amada. Nunca lo fui.
lunes, 27 de diciembre de 2010
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Amante o amada, debería ir las dos cosas juntas.
ResponderEliminarEn mi escasa experiencia personal aunque casi siempre lo he separado; la mayoría siendo amada (creo es más pasivo que activo), no sintiéndome orgullosa por ello.
Cuando descubrí lo fascinante de ser amante, ni por asomo amor ególatra, al revés mucho más complicado que el ser amado, entendí que no deberían ir nunca solos si se desea concebir AMOR.
No permitas Folie que tu amor tenga contraindicaciones, siempre habrá juegos, símbolos, imposturas… pero por tus palabras no me creo en absoluto tu etiqueta. Lo siento.