lunes, 6 de septiembre de 2010

Asuntos tangueros


Sigo desgastando calles.
Veo a muchas parejas.
Me quedo mirando, adiós al recato, aquéllos que se besan.

Los tangos hablan siempre de amor, con nostalgia, con amargura, con ese dolor placentero.
Los tangos saben a besos con regusto a tabaco.
A portales que huelen a humedad.
A miradas que desgarran.
A caricias pudorosas y horas insomnes.

Son una buena banda sonora cuando no hay labios cerca y se añoran los mordiscos, y se miran fotos, y aprieta la distancia, y las únicas caricias son las propias, y cualquier palabra cariñosa se atesora...

[proceso de atesoramiento de palabras: se saca con delicadeza de la oreja por la que entró, para ello tiramos del hilo invisible que la ata, cuidando de que no se nos trabe con los huesecillos. Una vez fuera, con mimo, se hace una bolita y se presiona con ella encima de la escotadura del esternón, allá donde se note el latido. La bolita de palabra se funde al contacto con la temperatura de la piel, se diluye en la sangre de la arteria, recorriendo libre el cuerpo, creando reminiscencias por todos los órganos...]

...y cuando esperas, al fin y al cabo, que después de tantos kilómetros de piel aséptica haya un festín de sudor y saliva...

1 comentario:

  1. Siempre quise emborracharme solo en algún rincón de Buenos Aires mientras los tangos me hacían añicos el corazón... Algún día...

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