He paseado esta tarde durante horas, no se me cansan los ojos aunque sí los pies (aún no tocaba para ellos calzarse de invierno, los pobres están resentidos). He tomado leche caliente y chocolate frente a un ventanal de un café, escribiendo en papel sobre los últimos días.
De vuelta a casa encontré una librería. Olerla, recorrerla, acariciarla. No había entrado en ninguna desde que llegué. De nuevo cara a cara con los libros. Todos me parecían suculentos, pero al final me decanté por Kierkegaard definiendo la angustia.
Y entonces, al ver el libro en mi mano dispuesta a pagarlo, se me acercó un ancianete, que había sido piloto y ahora era filósofo y teólogo. Charlamos largo rato, bajo las sonrisillas de los dueños de la librería. Me recomendó a Séneca. Al decirle que lo había leído me dijo una frase de Kant a modo de piropo.
Ya en el metro, abro el libro y ojeo algunas páginas sobre la angustia y el pecado judeocristiano. Llegando a mi parada un señor mayor se me acerca, con la cara iluminada de ilusión, y exclama: "¡Lees a Kierkegaard! ¿Es el primero que lees?" Yo le digo que sí (aunque leí el diario de un seductor en el baño de mi piso de estudiante) porque no hay tiempo para más conversación, me he bajado del metro. Él se queda en el metro, pero se acerca a la puerta y me insta a buscar una asociación del filósofo que hay un barrio de esta ciudad, "¡yo pertenezco a ella!" (esa cara de dulce gozo, de satisfacción al decírmelo). Las puertas se cierran y sólo acierto a escuchar que me pregunta cuál es el título del libro. Se lo muestro a través del cristal mientras se pone en movimiento. Sonreímos.
Llego a casa. Tenía que contarlo. Ha sido demasiado hermoso como para guardármelo.
domingo, 5 de septiembre de 2010
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¿Qué une a las personas? siempre me he preguntado qué las liga y qué hace que se acerquen. Las teorías químicas no me convencen del todo; es mucho más reconfortante pensar en Kierkegaard y en todos los libros que nos quedan.
ResponderEliminarBienvenida a tu vuelta.
¡Ay, no sé! Y es algo que me fascina, me hace postular hipótesis que rechazaría radicalmente para explicar cualquier otro tema. Porque... ¿y cuando no se lleva un libro en la mano? Quiero creer en canales de comunicación aún desconocidos, y no sólo en casualidad o estadística...
ResponderEliminarGracias, gracias Sara.
Las estrellas, la química, la energía, dioses, genes, naturaleza, yo que te busqué, tú que me encontraste, el cosmos, el orden caótico, el ciclo del universo... Un encuentro. Quizá dé más miedo, ¿pero no es más bello que simplemente sea casualidad? ¿No engrandece más la vida ese indeterminismo?
ResponderEliminarSí, sí...y tiene mucho de romántico. Lo malo es cuando te pasas la vida esperando toparte con alguna casualidad sin querer en una esquina.
ResponderEliminarSí. Hay quien tuvo más suerte y disfrutó de muchas casualidades, y hay quien tuvo menos. Pero también hay que saber aprovecharlas. Y también hay que saber buscarlas. Sin entrar en esa librería nada de esto habría tenido lugar.
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