Son las seis.
Hoy soy consciente de esta hora, de este momento del día porque estoy mirando el tiempo.
Hoy soy consciente de esta hora, de este momento del día porque estoy mirando el tiempo.
De seis a seis, sin pensarlo, van pasando los días, las semanas y ya estoy en la mitad de mis vacaciones; voy ya contando atrás.
Hace unos días escuchaba de fondo una conversación en la piscina: “ Ya está aquí la feria del pueblo, después se acaba el verano,…y sin darnos cuenta en Nochevieja y otro año más” Me resultó curioso ver cómo a todos el tiempo nos imprime una marca, una opresión que nos hace correr.
El tiempo a veces me parece algo escurridizo y efímero: “Coged de vuestra alegre primavera el dulce fruto” y me quedo pendiente de cada instante contando minutos. Siento una angustia, una prisa que me obliga a llenarlo todo de acción, de hechos, …me impresionan que al final de la cuenta sumarán más.
Otras, sin embargo, se me antoja algo eterno, largo, pausado: “Monotonía de lluvia tras los cristales” Cuando uno anda esperando el fin de semana de acampada con los amigos, la cena con él, la noche de la ópera…la vida se organiza en grandes eventos como una ciudad de rascacielos brillantes…
Y hoy, ya más de las seis, estoy aquí sentada pensando en qué cosas quiero emplear mi tiempo dejando de lado las obligaciones, las tareas pendientes, las actividades socialmente impuestas,…
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