Quizá sea simple herencia genética o cultural. Puro instinto de supervivencia tal vez. O sobreproteccionismo paternal en nuestra infancia. También podemos subir el nivel paranoide para aventurarnos en especular sobre un control de los dueños del mango de la sartén para enjaular a su masa, mecanismos encubiertos para evitar revoluciones, publicidad moldeadora... Sea como fuere, hoy día respiramos más miedo del que necesitamos.
Probablemente no hay mejor forma de controlar a las personas que controlar sus temores. Y si alguien se planteara diseñar al individuo estándar ideal (vida en familia, con trabajo estable, conformista y consumista, muy consumista) podría optar por inyectar, sin que se notara, algún que otro miedo de más. Y sin saber cómo, el ciudadano medio siente pánico ante la posibilidad de no tener trabajo, de dejar a su pareja tras varios años y poderse quedar solo, de no tener hijos que puedan acompañarle en su vejez, de ser menos que su vecino. Necesita invertir en su seguridad, contratar muchos seguros, comprar un buen piso en un barrio tranquilo, un coche donde no matarse sea el golpe a la velocidad que sea, limpiar todo, pues todo puede estar contaminado. Acudir a revisiones médicas, comprar la comida más sana publicitariamente hablando, viajar a los lugares y con los medios establecidos...
Pero hay algo más. También está ese otro miedo interno, más difícil de combatir. Miedo a la muerte. A la soledad profunda. Al dolor. A no aprovechar nuestra vida. A la mochila de preguntas que te acompañan y que procuras silenciar. Miedo a cambiar de vida. A hacer eso que sabemos que haríamos bajo esas otras circunstancias que no alcanzamos a definir.
"...de no tener valor para buscarte y cometer todo delito que este amor exija..."
NOTA: Fobo y Deimo eran los dioses griegos del Pánico y del Temor. Eran hijos de Ares, dios de la Guerra, y Afrodita, diosa del Amor. Quizá sea ahí donde nacen nuestros miedos, cuando el sexo une al amor con la posibilidad de morir.
sábado, 24 de julio de 2010
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¿Y qué hay del miedo a uno mismo? ése que nace del conocimiento personal. A mí casi es el que más me aterra; saber de lo que se es capaz e intuir hasta dónde se puede llegar.
ResponderEliminarA uno mismo... ese miedo a quedarse solo con uno mismo, a que tu sombra te alcance... Sí, es cierto que se me escapaba el miedo al yo sin más, o mejor dicho, a todos nuestros yos, miedo a que unos puedan más que otros, miedo a no saber a cual de ellos animar en la lucha, a no saber cuántos somos... Y a esa sensación cuando uno se sorprende porque no se reconoce...
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