Todo fluye, decía Heráclito. Para quienes contamos con buena memoria, siempre será sorprendente el que nada sea importante. Porque todo lo que en su día lo fue, ya no lo es. Así, ese grave problema que torturaba tu quietud, ese objetivo fundamental en tu vida para ser lo que deseabas, aquello que era imprescindible a tu lado para poder continuar, aquello que eran los pilares de tu día a día, por un motivo u otro, ahora, ahora sólo son nada.
Un buen día tiras a la basura algo que conseguiste y disfrutaste como un niño. Un buen día, previa acción del láser, te pruebas las gafas que fueron tu luz, tu llave para descubrir el mundo, para ver, y ya no son más que cristales que emborronan y marean, algo que no soportas más allá de dos segundos sobre ti. Ya no sirven.
Cuando no sean las gafas, serán las inquietudes, las personas, las aficiones, los temores, los gustos, los amores, los lugares, las ideas... De todo, ¿qué perdura... qué queda... qué se mantiene?
jueves, 6 de mayo de 2010
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