Para otras distorsiones de la verdad, existe la opción de remangarnos y lanzarnos al duro trabajo de matar mentiras. Larga matanza, pues no hay neblina más densa que la falsedad levitando en este mundo confuso. Pero el peor golpe para quien decida embarrarse en esta lucha, le llegará de sí mismo, cuando compruebe que su psique es su más inventivo cuentacuentos. Y será duro golpe porque ya no sabrá contra qué luchar. O peor aún, no sabrá si la lucha le hará bien o le hará mal. Dejamos el terreno de lo obvio para adentrarnos en la filosofía de vida de cada cual, en si deseamos vivir en nuestra propia niebla, o preferimos arriesgarnos a la cruda (o bella) realidad.
Quizá sea una de las primeras decisiones que todos debamos tomar, qué camino. Como abogacía de la verdad, estaría bien recordar las ocasiones en las que nuestra vida se estanca por anclarse en distorsiones de la realidad inventadas por la propia cobardía. Soluciones inmediatas. Infelices mentiras con los años. Quizá el mejor remedio siempre sea buscar dentro de uno mismo y destapar tarros, sin miedo a tirar y sacar a la luz lo que esconde nuestro interior. Aceptar. Pues qué sino eso es lo que nos hace crecer, el conocimiento de uno mismo. Pero en fin, eso, como antes comenté, es decisión de cada cual. Aunque todo parece indicar que únicamente se vive una vez. E igual es un poco triste que esa vez no sea de verdad, sea sólo niebla...
"El que quiera seriamente disponerse a la búsqueda de la verdad, deberá preparar, en primer lugar, su mente a amarla."
John Locke
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