La vida, en sus múltiples representaciones conceptuales, se podría ver como un enorme conjunto de problemas entre los que nos movemos los humanos. Por defecto, nuestro sistema es caótico y genera conflictos. Estos problemas pueden afectar a una persona en concreto, a varias de forma inconexa, a un grupo particular, o a todos. Y pueden ser tanto causa como consecuencia de otros problemas.
Cada uno de nosotros vive marcándose unos objetivos que conseguir. Uno o varios problemas estarán entre nosotros y nuestros objetivos. Lograrlos nos dará placer, tanto por causas genéticas como sociales: nacemos y nos educan para ganar.
En función de la personalidad de cada humano podemos distinguir a tres tipos de especímenes en este ecosistema:
a) Aquellos que necesitan del placer de solucionar sus problemas, de sacrificarse en una lucha para alcanzar sus discretos objetivos (trabajar, comprarse un piso, casarse, tener hijos). Son individuos que requieren que factores externos les señalen cuáles son sus problemas, y sólo esos les preocupan e intentan resolver. Suelen ser felices en función de lo bien o mal que se les dé solucionar sus propios conflictos.
b) Aquellos que les basta con lograr objetivos, aunque no hayan sudado para conseguirlos. No resuelven problemas, los esquivan. No gustan de sacrificios. Se marcan sus propios objetivos, más lejanos y difíciles, no se pararán a resolver ningún conflicto que encuentren en el camino, saltarán por encima de él. La felicidad les acompaña, vienen a conseguir todo lo que se proponen. La vida para ellos es fácil.
c) Aquellos que sólo tienen un objetivo: resolver todos los problemas que se van encontrando. Sienten la necesidad de arreglar todo lo que no funciona. Como es su única meta, todos los problemas tienen algo que ver con ellos. Tienen su propio orden de prioridades para acometer unos antes que otros. La felicidad no está de su lado, suelen tener demasiado trabajo que resolver para poder sonreír.
Estos grupos se combinan entre ellos y aparecen individuos con características de todos. Así, podemos encontrar quien aspire a resolver todos los problemas de la vida, pero, mientras, los va esquivando, y, de vez en cuando, se aferra a los objetivos que le señalaron desde fuera como sus problemas (el coche, la casa, los hijos...). Eso más o menos somos todos, unos con más genes del tipo a; otros, del b; y otros, del c.
viernes, 28 de mayo de 2010
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