Desde hace algún tiempo, en días como hoy, me parecen un auténtico placer gestos, detalles que antes ni siquiera notaba: usar un pijama con el que me pueda mover a gusto, estarme callada y que nadie me hable, dormir con mis sábanas, elegir mi comida, pensar en lo que yo quiera o no pensar en nada, decidir qué hago con mi tiempo…..¡todo es tan valioso ahora!
Ahora, sin embargo, recuerdo un cuento:
Érase una vez un hombre que entró en una zapatería y pidió unos zapatos negros del 39. El zapatero, que era un hombre de gran experiencia, le dijo que él debía necesitar por lo menos un 41, le midió el pie para demostrárselo, comparó las ormas con sus zapatos, le ofreció el número mayor... pero éste hombre seguía en sus trece, compró el 39, pidió un calzador (porque no había otra manera de meter los pies en esos zapatos) y se alejó con sus zapatos nuevos sufriendo en cada paso.
En el trabajo, tras 6 horas usando los zapatos, el pobre tiene la cara desencajada, los ojos enrojecidos, las lágrimas saltadas. Su compañero de al lado, preocupado por él, le pregunta qué le pasa. Nuestro hombre le quita importancia, pero el compañero insiste. Finalmente le explica:
- Me están matando los zapatos, son dos números menos….Verás, es que últimamente no vivo una vida de grandes satisfacciones, en realidad, tengo muy pocos momentos agradables…….Con estos zapatos sufro terriblemente, pero dentro de unas horas, cuando llegue a mi casa y me los quite, ¿imaginas el placer que sentiré? ¡ Qué placer, tío, qué placer!
jueves, 15 de abril de 2010
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hola, me has dejado un comentario sobre mi blog y me pides enlazarlo: hazlo.
ResponderEliminarVeo que el tuyo tiene buena pinta voy a mirarlo.