sábado, 20 de febrero de 2010

DesAmórnico

Hoy: nivel 8 de felicidad.
Podría parecer una impostura, una máscara antigás.

No lo es.

Ayer me hablaron de los enfados entre las parejas. La desidia. La falta de creatividad en los momentos íntimos.
Qué difícil es, a veces, darse cuenta de que en algunas etapas de nuestra vida lo normal es tóxico, lo neutral es dañino, lo estático es muy perjudicial.

Qué abismo entre el cortejo del principio y los reproches del final.

Debería condenarse a aquél que se permita hablarle mal a quien quiere.
Pienso: tengo fobia a los cazamariposas.
Pero me encanta libar el polen de las flores interesantes.

Admitir que el amor se duerme, se afloja, vaguea, se indiferencia, bosteza, se atempera y no grita de dolor es una...

Una tijera recortando alas.

Gioconda lo dibujó en Abandonados:


Tocamos la noche con las manos
escurriéndonos la oscuridad entre los dedos,
sobándola como la piel de una oveja negra.

Nos hemos abandonado al desamor,
al desgano de vivir colectando horas en el vacío,
en los días que se dejan pasar y se vuelven a repetir,
intrascendentes,
sin huellas, ni sol, ni explosiones radiantes de claridad.

Nos hemos abandonado dolorosamente a la soledad,
sintiendo la necesidad del amor por debajo de las uñas,
el hueco de un sacabocados en el pecho,
el recuerdo y el ruido como dentro de un caracol
que ha vivido ya demasiado en una pecera de ciudad
y apenas si lleva el eco del mar en su laberinto de concha.

¿Cómo volver a recapturar el tiempo?

¿Interponerle el cuerpo fuerte del deseo y la angustia,
hacerlo retroceder acobardado
por nuestra inquebrantable decisión?

Pero... quién sabe si podremos recapturar el momento
que perdimos.

Nadie puede predecir el pasado
cuando ya quizás no somos los mismos,
cuando ya quizás hemos olvidado
el nombre de la calle
donde
alguna vez
pudimos
encontrarnos.


Siempre me ha sorprendido que el deamor no sea causa suficiente.

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