viernes, 31 de diciembre de 2010

Shhh... sólo es un año más

De pequeños, algún día que no recordamos, alguien nos enseñó que la semana tiene 7 días y el año 12 meses. Un poco más mayores, también aprendimos que para vivir sólo dispondríamos de un puñado de años, que no viviríamos eternamente. Esto nos produjo tal impacto emocional que algunos lo olvidaron para siempre y otros no se lo pueden quitar de la cabeza.

Por aquel tiempo también nos enseñaron a contar. Y a desear, aunque para esto ya veníamos preparados de fábrica. Y entre estas simples tareas se nos van nuestros esfuerzos, en desear y en contar los años que nos quedan. Y en cuadrar las cuentas para obtener buen balance. Pero muchas veces nos perdemos en la teoría antes que en la práctica, porque es difícil saber qué deseamos y saber cuándo y cuánto tiempo tenemos. Así que muchos optaron por dejarse llevar por otros, otros que cuentan y desean en su lugar.

No obstante, en fechas como hoy, repasamos las cuentas pendientes. Nos recreamos si estamos en la cresta de la ola sin creérnoslo, dejamos caer los ojos recordando tiempos mejores, apretamos el puño con esperanzas en nuevos esfuerzos, o sonreímos tristemente si ya perdimos la inocencia.

Esta noche se celebra alrededor del mundo entre cava, gambas, borracheras, corbatas, peluquerías y gorros de fiesta. Yo siempre me identifiqué con aquellos que la sentían como una noche algo triste. Quizá sea porque nunca tomo uvas, o porque el acohol despierta aún más mi melancolía filosófica, o porque no delegué la obligación de contar y desear.

jueves, 30 de diciembre de 2010

La mala leche

La escena es de esta mañana, en la zona de embarques de un aeropuerto al norte de este país. Yo, sentada leyendo al Karmelo Iribarren. Con el rabillo del ojo controlo la fila interminable de personas que, por aquello de no tener asiento asignado en el avión, soportan con estoicismo el tiempo que haga falta de pie, con tal de pescar una ventanilla que llevarse a la boca.
Todos abrigados hasta la campanilla ya que por megafonía se encargan de repetir hasta la saciedad que sólo un bulto por persona, las cámaras, bolsos, [...]deberán ir en un sólo equipaje de mano... Así que si rebobino la escena un poco puedo imaginármelos, momentos antes, deshaciéndose de capas y capas de ropa para pasar el control de acceso, donde cada vez te hacen quitarte más elementos del vestido, sin que nadie te informe de los motivos para tal invasión de la intimidad.
Bien, pues el problema empieza cuando la trabajadora que supervisa a ojillo de buen cubero las dimensiones del equipaje le pide -de malos modos- a un señor que compruebe su maleta introduciéndola en el molde metálico que tienen a disposición del cliente para tales contingencias. El señor obedece, pero de muy mala hostia, lanzándole improperios e incluso empujando levemente a la mujer a su paso (yo era testigo en primera fila del hecho, ya que con las voces había levantado la vista del libro).
A partir de ahí, y con un funcionamiento tan humano como terrible, la tipa se vuelve déspota y radical, utiliza el poder que en ese momento cree ostentar para, a golpe de índice acusador, obligar a todos aquellos pedestres a comprobar la maletilla de marras. Los hacía pasar por el molde ése, sin mirar siquiera si cabía o no, tal era la magnitud de su maldad; mientras, aun sin ser vigilados, y con ese afán de hacer las cosas bien que nos invade cuando menos necesario es, los humanos se afanaban por apretar sus pertenencias para ajustarlas a los hierros rígidos e impasibles.
Y es que tiene tela, cada cual en un momento puede tener cierta autoridad sobre otros... y el seguir siendo humano y razonable en esas circunstancias parece que fuese tarea titánica. Pensé en los policías, en los políticos, el el funcionario que tiene que sellarte no sé qué papelito y está hablando con no sé quién, en los padres que le tocan a cada hijo, pensé en el ejército, en el médico y el enfermero y el auxiliar de enfermería y el celador, pensé en los curas, en los alcaldes, en todos los jefazos que se indignan cuando una tipa de un aeropuerto les obliga a apretar su maletita y luego lo pagan vía móvil con el último mono de su empresa.

Total, que era un ejemplo más de cómo nos permitimos, si nos tocan un poco las pelotas, descargar sobre los demás, y si puede ser, sobre esos demás que no pueden levantarte la voz.

Al fondo, unas lucecitas deseando feliz navidad.

Menos mal que siempre nos quedará la poesía para salvarnos la vida.


VENCIDO

Vencido, una vez más. Por el amor,
el odio, o por la vida
que no hace concesiones
ni da treguas. Aquí,
en la esquina de un siglo
tan inútil como lo fueron
todos. Y también
tan sanguinario. Fumando
un cigarrillo. Indiferente. Viendo
cómo la gente se destroza,
y sin sentir nada en especial.




martes, 28 de diciembre de 2010

Escarabajo

Yo era un escarabajo verde viviendo entre humanos. Lo descubrí en el instituto:
Siempre había sentido algo moviéndose incómodo debajo de la piel, no podía dormir por las noches ni sonreír. Un día frío y gris me vi los ojos rojos, de llorar, dos genas y unos élitros…era un coleóptero. Como una indigestión no tuve más remedio que aguantar lo que no quise asumir.

Me esforzaba en hablar y andar como ellos. Fingía con más o menos éxito, más menos que más, ser como el resto. Nunca me dijeron nada, creo que nadie vio mis pequeñas alas toscas, aunque debían notar alguna cosa extraña en mi fisonomía pues nadie quiso besarme, mis amigos me dejaban de lado, incluso mi familia desoía los lamentos de mi lengua nativa…
Al final, encontré un amigo, una cigarra. Un bichito libre, que volaba, cantaba y me llamaba a-mi-gota…
Desde entonces, todo fue a mejor, fui un escarabajo feliz; a ratos, porque ya se sabe, los escarabajos somos melancólicos por naturaleza. Me he sentido alegre con los insectos que tropezaban en mi vida, también con los humanos...
Yo era un escarabajo y no tenía miedo,
Era un escarabajo y estaba orgullosa.

Pero en unos meses la piel ha recubierto mis alas metatorácicas, las de volar. Ahora me besan, me ven y me tratan como a un humano, es lo que siempre quise. Miro mis manos y están llenas de carne caliente y sangre.
…echo de menos mis antenas.

lunes, 27 de diciembre de 2010

Más imposturas...

Hace ya muchos años solía preguntar en reuniones informales, emulando al Gala, si eran amados o amantes.

Me distraían las respuestas.



Nos enredábamos en disquisiciones dulces, intercambiando los papeles, las máscaras. Identidad y símbolo, juego e impostura.
Se defendía el invisible carácter activo del amado. Se intentaba despreciar el amor ególatra del amante.

Pero sin duda, lo de amante sonaba más divertido.

Llevo una etiqueta brillante colgada del cuello que reza:
"Advertencia: el uso del amor con este producto puede conllevar graves problemas de salud. No usar en caso de padecer enfermedades del corazón"

In-suficiencia cardiaca.

Recorrí ciudades de noche con labios pintados y perfume de frutas, tocando timbres a horas intempestivas.
Jugué a ser la exclava, la sumisa, el objeto de deseo. Dúctil y maleable, pero inaprensible.
Una mujer-pupitre me dijo: "eres un escaparate de cosas maravillosas... con un cristal imposible de traspasar"
Desgasté aeropuertos, trenes, geografía.


Yo siempre contestaba que era amada. Nunca lo fui.

domingo, 26 de diciembre de 2010

RESPONSABILIDAD

“Crisis”, la palabra de moda, el término más usado de los últimos tiempos, ese fantasma, esa sombra negra planeando,… Todos hablamos de la crisis, pero ¿sabemos lo que es? Yo tengo sólo una vaga idea que he ido formando de conversaciones que no he podido evitar, del informativo de turno de la sobremesa, y de algún que otro reportaje,…todo ello me convierte en una absoluta negligente del tema.
Mis nulos conocimientos económicos se mezclan con mi escaso interés con la política (hecho que quisiera remediar, pero no puedo) Por eso me pregunto, ¿todo, todo, es culpa de la crisis? (si alguien lo sabe, por favor que conteste) Yo tengo la sensación de que “la crisis” es una excusa perfecta para algunas cosas.
Pero incluso yo, más que profana en la materia, veo que hay algo que se puede hacer, lo primero, ser responsable. Estas fiesta en el pueblo no he podido dejar de sentir rabia de aquellas personas que se vanaglorian de trabajar “en negro” y cobrar el subsidio de desempleo, gracias al cual tienen un terrenito con chalet y piscina. También los hay que usan su beca de estudios universitarios para comprarse el i-phone o la blackberry, porque gracias a dios, sus padres pueden pagarle todo. Y los que les piden a los abuelos que les den sus analgésicos, que con receta roja son gratis, para así no pagarlos ellos…¿tengo que seguir? No se cuánto supondría en dinero si toda esta gente que no necesita de ayudas decidiese por responsabilidad con el resto, ser honrados; pero algo al menos sería.
Que yo también veo gente que no puede comprarle a su nieta una pomada para quitarle el dolor de unas aftas o madres que no pueden criar a sus hijos en casa porque se la embargan…
Y veo, que no veo solución, que pienso y pienso y me siento incapaz de imaginar una estrategia que vuelva esto más justo; y esto por hablar de lo que veo a dos metros de mí, que si hablamos de más lejos ya no sé ni qué decir…

Desilusión, decepción, desmotivación,…

jueves, 23 de diciembre de 2010

Compartir cama

Soy de los que han crecido viendo discutir a sus padres. Pensando que el amor, o lo que yo quería por amor, era otra cosa. Recuerdo que de pequeño decía... si yo quisiera de verdad a mi pareja, no sería así....
Más tarde he comprobado que aquello que les ocurría (y les sigue ocurriendo) a papá y mamá no era algo excepcional. Son demasiados los que entienden por amor algo muy diferente a lo que yo dibujo. Relaciones basadas en ese enamoramiento fugaz de unas sonrisas, unos ojos, un cuerpo... en ese instinto físico que te lleva a procrear con pareja temporalmente estable... en esa idealización del hombre príncipe y mujer princesa... en esa presión cultural de fracasar si la soledad es quien te acompaña a los treinta.

El amor alejado del conocimiento y admiración de la persona amada, de compartir sus valores, sus prioridades, su visión de la vida.

Veo matrimonios cincuentones que se echan en cara reciprocamente su propia infelicidad, su fallo al elegir, y su cobardía por preferir la mala elección a la soledad tardía. Veo adolescentes intentando presumir de la belleza de su novio o novia sin capacidad de valorar a las personas por algo más allá de ojos ajenos. Veo a mi generación perdida en relaciones que fallan e intentan adaptar con martillo y cincel. Veo orgullos, insultos, llantos y tristeza rancia.

Siempre me queda la duda de cómo se puede discutir, odiar, menospreciar, dañar, pisotear a una persona... y compartir luego cama con ella. Algunas cosas se rompen en el primer insulto.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Mis viejos

Yo nací y me crié en un pueblo alejado de núcleos urbanos. En una calle donde se jugaba en la carretera, los coches eran sólo esporádicas interrupciones. Recuerdo que la gente mayor podía ser condescendiente con los niños que jugaban u odiarlos si rozábamos con la pelota sus paredes recientemente encaladas. Amas de casa que sobreviven con su paga de viuda, viejos solterones que en su día recorrieron Europa, matrimonios enfermos que sólo se tienen mutuamente. Vidas basadas en limpiar durante el día, poner los garbanzos en la mañana, ver el parte, el tiempo y la novela, dormitar durante la tarde, y creer lo que la tele diga antes de dormir. Asomarse a la puerta de la calle buscando con quien rumorear (la que ha dejado al marido, el que tiene cuernos, la que está embarazada) También se preguntan por los dolores, los del cuerpo (voy tirando). De los otros no se habla, se llora.

Cuando te vas a la universidad, a alguna ciudad lejana, esos vecinos salen a despedirte como si no fueras a volver (puede que ellos, como yo, supieran que no iba a volver). Te dan besos como si fueras a la guerra. E incluso te dan algo de dinero. Y cuando te ven regresar en vacaciones te preguntan ¿qué tal el trabajo, qué tal la ciudad, tienes ya novia? Siempre preguntan lo mismo. Siempre contesto igual.

Vidas sencillas que fueron esas personas mayores con las que nunca hablé nada importante. Pero que todas tenían un extraño afecto pueblerino por mí, por uno de los niños de la calle que se fue a la ciudad. Personas que han muerto en la rutina de una vida sin necesidad de exprimir nada. Sin coches, ni ordenadores, ni libros, ni viajes. Sin mar ni bosques. Criados en tiempos de postguerra, de hambre. Sabiendo que la vida de televisión, de dios, de frigorífico lleno y casas limpias era todo lo que querían.

La mayoría enfrentan la muerte en soledad. Sin hijos, sin pareja. Viejos que murieron en la cama de madrugada sin nadie a quien llamar. Viejos recién operados de cáncer que sus hijos envían a residencias para que allí vivan sus últimos 20 días. Viejos desfigurados en camas de hospital que nunca antes habían ocupado. Viejos abandonados en asilos que mueren en manos extrañas. ¿En qué pensarán?

sábado, 18 de diciembre de 2010

ESTÁS VIVA


Pesa 550 gramos.
No puede respirar por sí misma.
Necesita de drogas que distribuyan la sangre por su cuerpo.


...¡Pero está tan viva!


Te mueves, encuentras mi dedo con tu mano, me agarras. Es un reflejo, lo se, pero imagino que lo haces con intención, me gritas no me quiero ir…
Abres los ojos, parece que miras, frunces el ceño, pones cara de dolor. De ese dolor que sólo los muy vivos sienten…
Se te daba por muerta antes de nacer, y ahora estás aquí, obviando todos los pronósticos infaustos que te condenan.


Albita, ojalá te sobren las máquinas…¡ Y VIVAS!

martes, 14 de diciembre de 2010

Carta a los reyes magos

Carta a mi familia, con la que comparto las próximas fechas, para intentar convercerlos y cambiar el scalextric por otras peticiones:

"Dadas las fechas que se aproximan, que no son más que circunstanciales por no haber inventado el humano un calendario que no fuera cíclico en nigún sentido, tarde o temprano se cumplen periodos que, debido a nuestra realidad de puntos cronológicos en el infinito pseudo-eterno, nos complace celebrar para sentirnos más transcendentes en lugar de infinitesimalmente absurdos dentro de tan abrumadora cantidad de tiempo que nos contempla, hacia atrás y hacia delante, en la historia conocida o intuida y en el futuro esperado.

A ello, siempre se une alguna que otra religión. Para nosotros, la que se estableció por circunstancias político-económicas en nuestro país allá por tiempos del Imperio Romano, que posteriormente siguiría uno de los muchos caminos en los que ésta se acabaría dividiendo en los primeros siglos de la edad antigua y más tarde en la época de la reforma. Esta circunstancia casual provoca que los nacidos en estas fronteras viven determinados por las costumbres que dicha religión impone tras años de arraigada culturización. Una de ellas es el gran acierto de sus diseñadores al hacer concurrir la festividad de la natividad de una de sus divinidades con el fin del periodo establecido para contabilizar el tiempo en esta tierra. Con ello, los líderes religiosos del momento consiguieron dar más relevancia a su celebración.

Bien, tras esta introducción de las casualidades que rodean la fecha que se aproxima, voy al objeto primero de esta carta. Éste no es más que comunicar que no voy a comprar regalos de navidad, ya que me parece una costumbre absurda, inventada en su día por otra panda de listos que supieron aprovechar las ya coincidentes dos fiestas antes tratadas para añadir unos supuestos tres reyes magos o un barrigon horteramente vestido. Entiendo que un regalo es algo interesante cuando, para una persona a la que quieres complacer, se te ocurre comprar algo que le guste, porque hayas encontrado en una ocasión determinada algo que le pudiera alegrar, o porque es un momento especial para esa persona. Sin embargo, los regalos de navidad no comparten nada de lo anterior: son regalos adquiridos apresuradamente, excesivamente caros porque toda empresa se aprovechará de las circunstancias de obligatoriedad, y sin ningún tipo de sorpresa o satisfacción para la persona regalada, porque no deja de ser una costumbre, y ¡qué peor regalo que el que se hace por costumbre!

Entiendo que quizás vosotros no compartís mis ideas. Aún así, me gustaría que tampoco me regalaseis nada. Y que reservarais vuestro dinero y esfuerzo para cualquier día perdido en el año, sin ningún significado especial. Probablemente ese día necesite mucho más de alguien que me pinte una sonrisa sorprendiéndome con algún presente especialmente encontrado para mí, sin prisas, sin obligaciones... Aunque sé que a lo mejor llegáis a estar de acuerdo con mis argumentos, también sé que es muy posible que continuéis en la tradición. A veces es complicado escapar de ella, aunque uno esté convencido de qué es lo que quiere. Probablemente en este logro se base la libertad y la construcción personal de uno mismo y de su personalidad. Así que no deberíamos cejar en el empeño."

jueves, 9 de diciembre de 2010

Noches

Habíamos salido del cine. Llovía afuera.

Cenamos en un bar cercano. Ruidoso.

Comentamos la película, hablábamos de las relaciones de pareja.

Tergiversamos. Discutimos sin aspavientos, como si no fuera con nosotros.

Pero dolía.

Mis noes [son copas de cristal que dejo caer al suelo mientras te miro directamente a las pupilas, con una ceja levantada y media sonrisa]. No creo en el amor eterno. No soy tu novia, ni lo seré. No me veas como la madre de tus hijos. Y el último, [el que más dolió, el que le mató, como diría la canción] no percibo lo que dices que sientes por mí.

Caminamos hacia mi casa y te paraste a arrancar tres naranjas de un árbol. Me sonreías mientras hacías malabares con ellas.

Lo entendí.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Metamorfosis


Un gancho metálico y frío me apresó, eligiéndome de entre todos los de mi alrededor. Un gancho aferrado a mis sienes, dolía, apretaba el perímetro de mi cráneo y me elevó pese a mis esfuerzos por permanecer en el mágico y cómodo mundo de la máquina de peluches. Yo, con mi mirada perdida y sonrisa boba había mirado hasta entonces la vida pasar. Transeúntes veloces. Semáforos. Los ojos de los infantes llenos de deseos, apoyando sus manos y bocas contra el cristal que nos separaba del mundo.

El gancho me desplazó por el aire, lejos del calor del resto de muñecos de pelo.
No sé quién lo maneja.

Me soltó en un lugar que me era conocido.
Mi casa.

Re-encontrarme. Con todos, con todo, conmigo misma. Fingir que no dejé nunca de ser humana.

Cumpleaños. Amigos en mi casa. Mi estado emocional extraño, ambivalente.
Sabiéndome cerca y, sin embargo, aún sintiéndome lejos de todos.
Estoy incómoda en esta ciudad tan rígida en sus construcciones y en sus planteamientos de vida. Me hieren especialmente sus rancios convencionalismos.

No siento que pertenezca a ningún sitio. Ni a nadie. En este estado de náufrago, habiendo perdido mi camuflaje de peluche, la vida se siente tan rara... Nuevos ciclos, toca de nuevo orear las alas, no dejar de batirlas pese a que mis ojos aún no se han acomodado para enfocar esta nueva luz que es la de siempre.


[Ganas de cambiar]

martes, 30 de noviembre de 2010

Chao...!


Es mi última noche en Buenos Aires.

Me duele irme. Mucho.


No se me ocurre nada ingenioso que escribir. Pero me apetecía tanto...

jueves, 25 de noviembre de 2010

Aquellos maravillosos pecados



Ay mi más mimo mío
mi bisvidita te ando
sí toda
así
te tato y topo tumbo y te arpo
y libo y libo tu halo
ah la piel cal de luna de tu trascielo mío que me levitabisma
mi tan todita lumbre
cátame tu evapulpo
sé sed sé sed
sé liana
anuda más
más nudo de musgo de entremuslos de seda que me ceden
tu muy corola mía
oh su rocío
qué limbo
ízala tú mi tumba
así
ya en ti mi tea
toda mi llama tuya
destiérrame
aletea

lava ya emana el alma
te hisopo
toda mía
ay
entremuero
vida
me cremas
te edenizo




"Topatumba", Oliverio Girondo

"El pecado", Franz von Stuck

domingo, 21 de noviembre de 2010

Empresaria y de mantilla

Confieso,

que me encanta saber de las antiguas amantes,
que las admiro,
que me excita imaginarme a mi hombre deseándolas.

Hubo un tiempo en que podía vivir en el presente, sin expectativas. Cuando no me creo la suerte que tengo me da por adherirme [férrea] a la filosofía del carpe diem, convencida de que se va a acabar la racha, que mejor disfrutar el aquí y el ahora. Sin embargo,

esos propósitos se me desgastan,

mi ahora se me va de las manos, me proyecto en el abismo incierto de lo que sucederá, estiro los globos oculares para intentar atisbar más allá de sus intenciones

construyo altares
visto de mantilla
piadosa
rezo
para que exista
el futuro

Plumero en mano, delantal: desempolvar emociones: el miedo a perder lo que se ha obtenido por suerte, por gracia divina, por casualidad: quién dice miedo: pánico.

Echo mano a todas las enseñanzas infantiles: frotar lámparas, buscar estrellas fugaces, un padrenuestro, soplar una pestaña, morder el palito de las bolsas de pipas

Soy una fábrica [de deseos]. Exportadora de castillos en el aire, empaqueto ensoñaciones, productora a todo trapo de metáforas vivenciales, de sueños impacientes por ser cumplidos... Importando realidades, palabras, gestos, silencios. Preciso de poca materia prima para construir etéreas ilusiones.
¿Pueden ver mis chimeneas humeantes?

Maldigo mi ateísmo, no tener a quien suplicar que quiero que me ame, que se vuelva un lunático aullando y arañando los tendones que arquean mi columna vertebral.

Acostumbro a no cambiar las sábanas después de la contienda fluídica. Cada noche de ausencia busco rastros de su presencia y me duermo con el cuerpo arrebujado y el hociquito pegado a cualquier olor que me recuerde a él.

Confieso,

que envidio a esas mujeres que fueron un día la "ella"
que algo de dolor despunta en medio del placer de escuchar los relatos
que hay un regusto envidioso, una comparación, un montón de interrogantes
que las respeto, mis hermanas de saliva y semen


Jodidos celos morbosos.

sábado, 20 de noviembre de 2010

Diez días


Me he levantado de la siesta. Tirada encima de la cama, pies descalzos, camiseta de tirantes.

Se me acaban los días aquí. Dilapidados.

Como me da el sol por la calle, estoy más rosita de lo que yo acostumbraría a estas alturas del año (sobre todo en las mejillas éstas de Heidi que tengo, que se me brotan con el calorcito).

Y soy más Folie que nunca en mi vida, expandida en el espacio por bastantes kilos de más apoltronados en mis pechos, muslos y en el culete. Me gusta esa mujer redondeada que nunca había sido. Pero intuyo que la factura del sedentarismo será ahogarme montada en la bici cada mañana cuando vaya a mi trabajo.

Escucho bastante la pregunta: ¿tienes ganas de volver?
Y siempre respondo: no.

Voy a echar de menos el despunte del verano. El acento cantarín, la ll estirada. Las expresiones "esto es un quilombo" "no le dés bolilla" "mirá vos" "relindo" y por supuesto "frutilla y durazno". Echaré de menos a las miles de mujeres de pelo largo, liso y perfecto. Los trajes de chaqueta de los hombres que aún se les nota la ascendencia italiana. Echaré de menos los licuados de fruta (pienso comprarme una licuadora...), las picadas, las pizzetas. Los autobuses que hay que coger o soltar casi en marcha, haciendo arriesgada la empresa sencilla de utilizar ese transporte público (después de tres meses y sigo diciendo "coger", pese al muy distinto significado que tiene aquí...). Extrañaré los ascensores con doble reja en vez de las puertas automáticas. El trazado cuadrado de la ciudad. Las clases de tango en el salón armenio (me he reído tanto...). Los teatros minúsculos que aparecen por sorpresa para solucionarte la noche. Los vendedores ambulantes de calcetines, tupper-ware, plumeros, calculadoras, braguitas... El olor a ropa lavada, croasanes y flores que tienen las calles. La conversación de los taxistas sobre la situación en Europa, sobre el pescado nacional, sobre el partido River-Boca. Echaré mucho de menos todos los trozos de chocolate negro de los submarinos. Y a las librerías (sobre todo una que también es cafetería, donde Fede me prepara los mejores desayunos del mundo). Los pájaros cantando en Palermo, donde vivo. Los paseadores de perro con más de doce correas y animales rodeándolos. Todos los humanos que toman mate, con la mirada perdida, que te ofrecen beber de su bombilla. Las cafeterías mágicas, cuidadas hasta el detalle. El Ché, Mafalda, Gardel. Echaré de menos el cada día, esa esencia que no sé cómo nombrarla, llena de sorpresas lindas.

Diez últimos días.
Los dedos de mis manos.
Me late fuerte el corazón.

[imagen típica de acá: el barrio es Boca, arte callejero, ese toque de suciedad, un cachillo de caos...]

Cambiar el mundo

Hoy he escuchado hablar de la potencialidad de la red para cambiar las cosas. Al parecer, el que facebook tenga 500 millones de miembros es algo que podemos usar para iniciar la revolución. También es cierto que puede ser usado por las multinacionales que mueven los hilos para moverlos mucho mejor, por aquello de que el usuario conocido es una presa más fácil.

No sé. Me gustaría crear un blog para decir que no me gusta el mundo tal como está. Que lo quiero cambiar. Que lo quiero arreglar. Sólo exigiendo la preocupación ética de cada uno de los personajillos que habitamos este punto del espacio, sólo eso. Y me gustaría que al publicarlo comenzara a recibir millones de visitas, porque "cambiar el mundo" serían las keywords más buscadas en google. Y me pierdo en ensoñaciones en las que todos nos unieramos con ese simple propósito. Sin embargo, no creo que baste con haber inventado iphones, twitters o youtubes. Los personajillos siguen mirándose al ombligo. Se revelan sólo ante aquello que les roba el opio. 

En época de Cristobal Colón, Haití comenzó a ser explotada como colonia española. Años después, en manos francesas, el 95% de su población eran esclavos. Más tarde, con Estados Unidos en la sombra, continuó con dictaduras y represiones. Últimamente, entre golpes militares y gobiernos corruptos y vitalicios, algunos de los dioses bondadosos que inventamos recompensó a la isla con un terremoto de grado 7. Hoy, los haitianos mueren por el cólera, una enfermedad cuyo tratamiento es suero y antibióticos, esos que los españoles se mal-automedican cuando empiezan a estornudar por estas fechas.

Gracias al nuevo mundo interconectado en cualquier lugar, si pocos conocían de la historia de Haití, todos saben su situación actual. Y quizás por esto son algo más "afortunados", pues bien es cierto que menos se habla de las violaciones masivas de mujeres en el Congo, por ejemplo. O menos aún de aquello que ni google conoce. No obstante, seguimos parados. Quizá acabaremos acostumbrándonos a que la red nos hable de masacres igual que el cirujano abre en canal un cuerpo como el que aprieta simples tornillos.

martes, 16 de noviembre de 2010

Lost in traslation

A veces pasa que en Tokio, o en la cafetería de la esquina, o en los pasillos de una facultad, tropiezas con alguien cuya mirada es diferente al resto. Algo en ti dice que esos ojos van a saber leerte. A veces pasa que con esos ojos acabas compartiendo algo de tu vida, que te acaban leyendo y escribiendo, hasta que un día se van, ya no están. A veces pasa que, ya en casa, antes de dormir, se echan de menos esos ojos para contar algunas lágrimas, ya no están al otro lado de la almohada.

En Lost in Traslation, dos personas en un hotel de la capital nipona tropiezan para comprenderse mutuamente. Para lamerse sus tristezas. Para hacer de recíproca rama en la riada de la vida. No se besan, se desean, quizás se amen sin saberlo. Y se despiden. No sé si volverían a verse después, o se echarían de menos en ratos de melancolía y soledad. Siempre quedará para la historia del cine esas palabras susurradas al oido. Para la historia de los que creen que compartirán el camino de vivir, para la historia de los que creen que son versos de despedida.

Dicen que Sofia Coppola se inspiró en la relación con su pareja de cuatro años. La que se rompió el mismo en el que fue estrenada la película, por diferencias irreconciliables.

Mis senti-pensamientos me han llevado, a estas horas, a querer saber qué le dijo al oído. A estas horas, necesito ojos que me lean. Mas pronto me quedaré dormido.


domingo, 14 de noviembre de 2010

Qué es real

¿Qué es real? ¿El dolor de un cálculo atravesado en el uréter? ¿El placer de un orgasmo inducido con legua ajena? ¿La presión en el pecho cuando alguien te parte el corazón? ¿El llanto de niños que tienen hambre y nada que comer? ¿La sonrisa de los ancianos que saben que han vivido? ¿El proyecto que tienes que entregar la semana que viene? ¿La mirada de aquella persona en el metro? ¿La belleza de tantos lugares a los que ir? ¿La muerte de tu madre tras agonizar en el hospital? ¿Aquella tarta de chocolate en la cafetería de la esquina? ¿Las niñas vendidas como prostitutas para uso de los países ricos? ¿El amor por aquellos que saben escucharte? ¿Tu imagen en el espejo del baño? ¿El abrazo que aún no te han dado? ¿El sueño de anoche que ya no recuerdas? ¿El sudor resbaladizo de dos cuerpos jadeantes? ¿El infinito de un cielo estrellado? ¿El dios que nos inventamos y que no encontramos? ¿La sangre incesantemente brotando de cuerpos que no quieren morir? ¿Los atascos de cualquier ciudad del mundo? ¿El olor y el tacto de su piel? ¿Las contracciones previas al primer llanto de una persona más? ¿El primer beso del primer amor? ¿La soledad de las noches vacías? ¿Los gritos de una mujer mientras la violan unos soldados? ¿Los ceros de tu cuenta corriente? ¿El terremoto que pudiera asolar tu ciudad? ¿La epidemia que nos erradicará? ¿El valor con el que defenderías tus ideas? ¿Aquello en lo que crees? ¿Aquellos a los que amas? ¿Las palabras? ¿La muerte?

lunes, 8 de noviembre de 2010

Frío

Hoy ha llegado el frío. Bajo una manta, enmarañados en un sofá, quienes se amen disfrutarán de él. Os envidio. Los demás hacemos rodar desde el cuarto oscuro el radiador. Su aceite va sonando, va despertando.

He recordado Cazalla, su antigua Cartuja. He recordado a esa mujer, antipática. Y me la he imaginado alimentando con leña su chimenea, en su casa adosada a su otra gran casa, su monasterio, abrazándose a sí misma delante de las llamas, igual que yo hago frente a mi lumbre eléctrica.

Hace 33 años compra un terreno en un entorno maravilloso que contiene los restos de lo que hoy día es ya Monumento Nacional, reconstruyó la antigua Cartuja. Cómo lo hizo es fácil de intuir. Se nota en la pasión que desprende cuando te habla de los ladrillos utilizados por los antiguos para levantar una cúpula. Por la fuerza usada para comentar los cuadros contemporáneos con los que ha decorado las viejas tapias de capillas y galerías. Yo construyo casas, me gritó cuando le pregunté si era arquitecta. Ya lo creo que las construye. Y restaura monasterios. Y crea un centro de arte moderno. E invita a disfrutar a quien quiera de un fin de semana en su hotel, contemplando estrellas, desayunando con montañas, bebiendo manantiales, paseando entre alcornoques, olivos, castaños y pinos.

No sé más de ella. Vive allí en la sierra desde hace mucho. Creo que sola. Con un perro al que curó una brecha en la cabeza y decidió llamar... brecha. A sus... 60 años tal vez, se le puede notar un andar cansado. Pero debe de ser de esas personas que no se cansan. En su libro rememora cuando se decidió a comprar la propiedad: ...me encontraba con el peso de la historia entre mis manos y la llave para encontrar la felicidad...

No sé si la halló. Cuando en la noche me acerqué a felicitarle por lo que había hecho con todo aquello, se le escapó una única sonrisa fugaz. Inmediatamente después de darme las gracias, ya seria, me dijo que la vida era dura. Yo, que nací para escuchar, ya no me atreví a preguntarle más.

dermatología

dos pieles desconocidas

tocándose a mil kilómetros de distancia.

Luego yo amasé la epidermis con rodillo, estirándola hasta que cubrieran los diez mil kilómetros que existen hasta el hemisferio sur.
Cosí los corpúsculos táctiles con esmero, remendé terminaciones nerviosas, inserté folículos pilosos.

Cuando el humano se fue a las antípodas, la piel se volvió amarillenta, ocre, mestiza, india, asiática, rojiza, mulata, chocolate, negra... todas las gamas se sostenían entre los miles de kilómetros de piel, muestrario difuso de todas las razas que se interponían, millones de centímetros cuadrados de piel de humanos entre nosotros.

ahora

tengo su mano en mi nuca.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Más detalles


Me angustia pensar que se me acaba el tiempo acá.
Sssssssh.... de eso no se habla....

Sigo encontrándome personas fugaces que me preguntan y me cuentan retazos de vidas.

[agradezco la verborrea de los argentinos, su magnífica fluidez, esa capacidad de recrear metáforas y pasajes históricos como si de un cuento se tratara]

Últimamente muchos se sorprenden de que sea española, me dicen que tengo un acento distinto.

Compré por internet una lista de libros que deseaba tener y fui de una punta a otra de esta ciudad recogiendo mis pedidos en distintas librerías, sin poder dejar de husmear en ellas, recrearme... Es una manera mágica de hacer turismo.
[hice la foto a una, una cualquiera...]

Esta tarde [de primavera] en una tiendecita una ancianísima me habló de sus raíces libanesas, me enseñó los dibujos que hacía sobre papel de flores, me recitó poemas de memoria con una dulzura que sólo los años pueden dar a una voz. Se llama Elmasa, tiene su rincón artístico en la Manzana de las Luces. Le compré uno de sus trabajos [una mujer desnuda y delicada, un soneto de Borges], le dije al despedirme que me llevaba a España un cachito de ella. Me sonrió.

Ya no seré feliz. Tal vez no me importa
¡Hay tantas otras cosas en el mundo!
Un instante culaquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta

y aunque las horas son tan largas una
oscura maravilla nos acecha:
ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna

y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste, debe ser borrada.
Lo que era todo tiene que ser nada.

Sólo me queda el goce de estar triste
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.

Después me compré un helado con dos bolas, elegí dos chocolates distintos. Aquí ponen unos helados generosísimos, descomunales. Lo tomé sentada, mirando la mescolanza arquitectónica de las calles, tantos estilos intercalados unos con otros, como los propios habitantes sin facciones específicas de esta parte del mundo. Rica mezcla, caos estético que se burla de la homogénea rutina del alabado París, por poner un ejemplo.

Algo se me desgarra dentro cuando pienso que me queda muy poco para alejarme de aquí.

Supongo que no es casualidad que eligiera precisamente esos versos del amigo Jorge Luis.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Personalidad

Hoy todos estamos catalogados. Quizás haya más variedad entre nosotros, pero a la vez somos más iguales a nuestros semejantes. Se convierte en una urgencia buscar manada a la que aferrarse en los inicios de la adolescencia, grupo que te diga cómo vestir, cómo hablar, qué pensar. Tranquilos, si alguien no cogió ese tren, tendrá su propio club. Siempre quedarán los alternativos, cada vez más comunes entre ellos.

Sí, sé lo que van a decir los científicos. Algún historiador me repasará los conflictos, la civilización, el intercambio cultural, el comercio... El análisis del sociólogo será espectacular. Evidente para los psiquiatras será un comportamiento así, está determinado. Y si aún queda algo de rabia para responder, el biólogo se encargará de recordar que la genética es el fondo de todo.

Veo copias a mi alrededor, escondidos tras una masa que decide y vive por ellos. Pero aún no creo en el determinismo. Creo en el ser humano y en su capacidad para llegar a ser. La pregunta no es cómo puedo ser, sino cómo quiero ser. ¿Qué harías en una experiencia como la del siguiente video? ¿Soy yo... o soy los demás?


lunes, 1 de noviembre de 2010

Alacrán

Estoy en Puerto Madryn, un pueblecito de la costa atlántica argentina, al que llegué sola después de veinte horas de autobús atravesando la Pampa y llegando a la Patagonia.

He venido a escapar un poco de la comodidad que ya me supone Buenos Aires. En Península Valdés se viene a ver animales. Y los he visto, por supuesto, y los veré mañana antes de coger de nuevo el autobús de vuelta.

Pero esta tarde, caminando por una estructura portuaria que no sé definir, un anciano me ha preguntado si hablo español, me ha señalado una de las tantas ballenas que se ven desde la costa bailar ignorando las toneladas que pesan.

Se llama Alacrán, es un marinero, el capitán de un barco pequeño que se llama "Renegada" porque va donde quiere y no donde él le dice. Y me ha contado mil curiosidades acerca de las ballenas; los del Discovery Channel, con quien ha rodado muchas veces le llamaban "el encantador de ballenas" pero a él no le gusta, dice que sólo hay que saber verlas, con paciencia, y con el tiempo las acaba conociendo. Tenía sus preferidas, una se llamaba "Arruga" y cuando él vio que una orca se disponía a atacarla hizo rugir los motores de su barco para protegerla. Lucha por lo que ama, y ama el mar, la naturaleza. No le gustan los seres humanos, cree que somos los últimos invitados a la fiesta de la vida, y llegamos borrachos, y la jodimos, jodimos el ambiente festivo. Me mira con ojos de condescendencia cuando le digo que yo aún lucho por el humano, que a eso me dedico. Es instructor de buceo. Me recuerda que el mar nos deja bien claro lo que somos, nos quita de un golpe la soberbia, nos impone la humildad.

Y hemos estado hablando durante horas. Ha atardecido y me ha dicho que no se pierde ni un atardecer, así que he sentido como un regalo que un hombre tan brillante, tan vivo (como me gustan a mí los humanos), quisiera compartirlo conmigo.

Me ha dicho tantas cosas bonitas de la vida.

Se ha despedido con un abrazo.

Y he estado a punto de pedirle que mañana me llevara a navegar con él, o a estar en su cubierta charlando de todo lo que ha vivido. Pero, en medio de mi fiebre, de mi agradecimiento a la vida por permitirme viajar sola y que se me den ese tipo de encuentros, he pensado en Nietzsche, a quien prometí que me cuidaría, y que sé que no le hubiera gustado la aventura que mis impulsos me llamaban a hacer.

Así que he llegado al albergue y he contratado el tour organizado para mañana, con su guía, su cochecito y sus turistas con súper cámara de fotos.

Me cago en la puta, Nietzsche, ¿algún día lograré soltarme de ese hilo que tu cordura me tiene atado?

domingo, 31 de octubre de 2010

Equinoccio

"Los niños chillaban a nuestro alrededor, intercambiaban sus horribles mácaras y se contaban historias de fantasmas, aterrorizándose unos a otros y, sobre todo, cada uno a sí mismo. Sin embargo, yo soñaba con lo que estaría ocurriendo simultáneamente al otro lado del Atlántico. Los cementerios estarían llenos de flores, llenos de visitantes, enlutados la mayoría, a menos que Europa haya cambiado mucho desde mi último viaje. La tierra de las tumbas, la tierra de los corazones sería removida. Incluso quienes rechazan los cemneterios y las iglesias pensarían en los seres desaparecidos; incluso los colegiales (satisfechos por estar de vacaciones) experimentarían por unos instantes el ensombrecimiento del fúnebre equinoccio. Aquí, la otra cara de la moneda: una alegría ruidosa, casi histérica. Aquellas brujas, aquellos demonios, aquellos monstruos de seis o siete años pagaban ya su tributo al horror de vivir, y de no vivir eternamente. Los padres fingían miedo, por condescendencia, pero lo niños desfigurados sin fundamento, no entendían demasiado bien por qué ellos mismos eran tan terribles. No captaban su propia alusión, su simbolismo, cosa muy conforme con el destino del hombre. Misas en la otra orilla del océano, y aquí nuestras pandillas de gnomos que iban de casa en casa reclamando golosinas y amenazando a las familias con represalias imaginarias en caso de rechazo: aquí como allá, danza macabra. 
Dios sabe que he consagrado mi vida a la justicia, y por lo tanto a revisar las cuentas de la humanidad, pero a mi edad uno ya ha descubierto que estas cuentas jamás cuadran. Incluso en nuestra época, incluso en democracia, existe un resto de horror primitivo que no llegamos nunca a liquidar y que más pesado se hace a media que envejecemos. Ojos inocentes en cuencas de vampiro... este es quizás el doloroso secreto del mundo."
Vladimir Volkoff
El interrogatorio

viernes, 29 de octubre de 2010

El jugador

A veces nos obsesionamos con ideas absurdas. Nos ciegan. Ideas de nuestra propia creación, apoyadas en esperanzas, raciocinios, miedos, recuerdos, deseos, sentimientos... Está todo tan enmarañado que nos es muy costoso obtener la claridad suficiente para ver la realidad. ¡Qué cabrones los antiguos griegos! Cuánto sabían sin llegar a la luna y creyendo que el sol giraba entorno suya. Pero del ser humano... de nosotros llegaron a profundizar a niveles que a veces olvidamos. Ya estaba escrito en el templo de Apollo de Delfos: Conócete a ti mismo.

A veces nos cuesta poner una coma, hacer una pausa en el camino, para coger aire, para poder seguir escribiendo. Tememos teclear el punto, porque no sabemos parar y empezar. Nos es casi imposible optar por un retorno de carro, bajar renglón, párrafo nuevo, quizás con sangría, depende del dolor del último punto. Letra capital. No, garabateamos sin respiro y malgastamos tinta sin haber dicho nada, obsesionados con nuestro primer verso, componiendo de corrido nuestra obra. 

A veces tengo la sensación de que no hacemos otra cosa que jugar. La sociedad moderna ha llegado a un punto en el que todo lo que necesita lo tiene cubierto, excepto la necesidad de matar el aburrimiento. Unos se centran en el monopoly para amasar billetes de colores o crear grandes empresas. Otros prefieren la llana competición con el vecino, donde los términos están estipulados por el que triunfa en el monopoly. Hay quien se orienta más por juegos educativos, hacer carrera en la ciencia, descubrir nuevos planetas. Ya otros prueban fortuna con los socio-psicológicos, entreteniéndose en explotar la multitud de relaciones humanas entre jugadores. También podemos matar el gusanillo con viajes, compras, estudios y amores.

A veces se me olvida que todo esto no tiene sentido, o que yo no se lo encuentro. Me gustaría que el mundo viviera en armonía ética, para que cada humano pudiera disponer de libertad para invertir su vida en lo que deseara. Me gustaría encontrar y amar a personas que admirara. Me gustaría explotar mi tiempo al máximo. Me gustaría ir a todos los rincones de este planeta a ver cómo se pone el sol desde allí. Me gustaría desear abrazar algún cuerpo hasta romperlo. Me gustaría leer los pensamientos de aquellos y aquellas que tuvieron algo que decir. Me gustaría escribir muchas cosas. Pero una profunda mirada a las estrellas me recuerda que todo esto no es más que mi juego... igual que cada cual tiene el suyo. 

A veces...

miércoles, 27 de octubre de 2010

Amaurosis

Hoy escuché hablar de la importancia de cómo nos miramos, cómo miramos a los demás y cómo nos miran.

Un hombre que conocí hace unos días me pasó el link de un cortometraje:
http://www.dailymotion.com/video/xbqzxd_el-circo-de-la-mariposa-subtitulada_people
Ése hombre, al presentarnos, me miró buscando el encuentro con los ojos y se quedó a mi lado el tiempo que tuvimos, escuchándome y comentando cosas.

¿Qué ves cuando te miras al espejo?

Conocí a un hombre notablemente hermoso y dudé mucho tiempo de si tal reclamo me impedía ver más allá del envoltorio.

Me cuentan que hay en China gimnasios exactamente iguales a los de cualquier ciudad que yo pueda conocer, con una salvedad. Tienen una sala con barras fijas donde mujeres, entrenadas por otra, entrenan las acrobacias para el espectáculo de club masculino (acuden al gimnasio con botas altas y vestidito mini).

Ser miradas.

Hay miles de tests proyectivos para ayudar (o confundir?) a la gente a conocerse. A la respuesta de qué animal eres, puedes sacar un ángulo de vista distinto para mirarte de nuevo.

Cuando los ojos no ven, el corazón no siente. Me pregunto si aquél día que dejé de creer en el amor por separarme de la persona más querible del mundo fue porque dejé de verlo. Porque dejé de responder a su mirada silenciosa y profunda.

Hemos llegado a la luna, ordeñamos átomos y ovejas clonadas para sacarles energía.
Pero seguimos muy ciegos.

lunes, 25 de octubre de 2010

distancias. fronteras.

Uruguay está a menos de una hora en barco de Argentina, andáte a cruzar no más el Río de la Plata.

[distancias medidas en horas. afectos medidos en palabras]

Los trámites en la frontera son rápidos y sencillos. Viajo con una chica a la que casi no conozco. Veo en su pasaporte que tiene las señales (o las heridas) de haber pasado por Palestina. Y durante todo el fin de semana me va contando, de a poquito, el viaje que ha hecho este verano con su padre al país natal de éste, de donde está desterrado. Le duele hablar, así que yo escucho palabras y silencios, paréntesis que duran horas, sin más exigencia que la de estar a su lado, a pesar de mis ansias por saber todo lo que vio y sintió.

[el humano de las antípodas hace escala en Singapur antes de regresar a España. le cuento que yo tenía una guía de ese país, comprada en un mercadillo, que me hizo soñar muchas veces con escaparme, volatilizarme. me cuenta que ama Asia, en respuesta a mi mail de mi amor por Sudamérica. entre ambos amores, la frontera del Pacífico]

Como el padre desterrado no puede pasar por Israel, intentan llegar a Palestina por Jordania. Tardan catorce horas en atravesar los setenta kilómetros que existen. La interrogan, la separan de su padre, le exigen folios y folios de documentos que digan quién es ella y qué ha venido a hacer allí. Papeles que demuestren que no es una amenaza (¿pueden los papeles timbrados, las firmas y las palabras decir quiénes somos?). Ella piensa que no les van a dejar pasar. El padre lleva cuarenta años sin ver a sus hermanos, la idea de no poder abrazarlos habiendo estado tan cerca no se le pasa siquiera por la mente. Están a más de cuarenta y cinco grados de temperatura.

[mi madre emigró con siete años a otro país -sudamericano- y regresó para casarse con mi padre, con quien estuvo escribiéndose cartas durante tan sólo medio año antes. se siguen amando hoy en día. las cartas están guardadas, dicen que las podremos leer cuando ellos ya no estén]

Ella, mientras esperan a un traductor cuya única misión es retrasar más el trámite de entrada al país, piensa en lo dantesco de la situación, en lo absurdo. Errores humanos encadenados, una primera guerra mundial que llevó a una segunda, y ésta que llevó a un conflicto perpetuado hasta nuestros días, una tierra de nadie y de todos, un conflicto de poderes.

[en la distancia, las apuestas son del doble o nada. la relación se alimenta -con una voracidad inaudita- de cualquier gesto cariñoso, y se atraganta -rozando la anoxia- con cualquier incomprensión]

Al final los dejan pasar, a ambos. Tiene la oportunidad de conocer a la familia, a su familia. A partir de ahí la historia aún tiene demasiados pasajes vacíos, quizás en las próximas semanas pueda ir contándolo, masticándolo, sin tanto dolor pujándole.

[tengo la sensación de que pocos relatos logran sorprenderme ya. es un mal síntoma (en "Pretty woman" ella vive en ambientes sórdidos pero afirma, a diferencia de él, que la mayoría de la gente la deja de piedra), es una amenaza de deshumanización, de tolerancia al horror. pero hay un detalle que me hace pensar que aún estoy a salvo de la litiasis del corazón, algo que deja intuir que me defiendo con esa frialdad de todas las barbaries que escucho, pero que en el fondo siguen despertando en mí ira y piedad: tengo una necesidad terrible de abrazos. piel sin distancia, y sin fronteras]

domingo, 24 de octubre de 2010

Abuela

Mi abuela es una de las personas a las que más quiero, pero como voy poco a casa, la veo poco. Es una mujer buena, lista, razonable, inquieta, tolerante. Quisiera ser como ella.
Hoy hemos estado recordando momentos, anécdotas, de cuando eramos pequeños...me encanta oírla.

He descubierto que de pequeña me encantaban las flores, al parecer siempre traía a casa y las ponía en un vaso con agua. También me ha dicho que plantaba todo lo que se me ocurría ("Vamos a plantar un árbol, abuela"): semillas, ramitas, garbanzos, huesos de fruta...
Me ha contando cómo era mi padre de niño, de adolescente, de adulto...me hace ilusión conocerlo desde otra perspectiva, en otra época. Mi padre con lo "obediente" que es desaparecía de su casa un par de días para irse con el coche y conocer sitios. Increíble.
Otras veces hablamos de la guerra, del hambre, de como ella tenía que ir a pedir cáscaras de patata para comer algo. De mi abuelo que luchó por la república hasta barcelona y luego se volvió andando.
Me enseña a cocinar (sus croquetas son las mejores), a coser (hacía ropa para mí y para mis muñecas cuando era pequeña) , a salir adelante, a no quedarme quieta.
Muchas veces, acaba llorando (yo me parezco a ella en eso: soy una llorona) y se me contagia...Dice que es triste morirse de joven, pero que también lo es ser vieja: encontrarte bien, con ganas, pero con "achaques" que te impiden hacer lo que quieres. A sus 81 años no le importaría morirse, que ya no pinta nada aquí ( ¡a mí me pinta mucho!) Le hubiera gustado nacer más tarde para poder ser enfermera (practicanta según ella) y se ha comprado un libro "del cuerpo humano".


(Esta es la puerta de su casa, en aquellos años)

Cuántos recuerdos en torno a ella, su casa, quisiera tener tiempo para escribirlo todo; dejar todo eso a salvo de la devastadora niebla del olvido...y mientras seguir disfrutando de esta vida.

Este es mi homenaje a ella. Espero que sepa cuánto la quiero yo también.

jueves, 21 de octubre de 2010

Me atraes. Te escucho.

Hace unos días, unos compañeros de género me preguntaron si no me excitaban las mujeres. Quizás ahora tú estés pensando que yo me muevo cerca de la homosexualidad. Y lo cierto es que me gustaría ser bisexual, por eso de disfrutar el doble, pero aún no he imaginado hombre que mueva mis instintos. La razón por la que mis congéneres me interrogaron de ese modo fue porque saben que tengo algunos comportamientos distintos a la mayoría de hombres con respecto a ellas. Por ejemplo, considerar que sí es posible tener amigas para disfrutar sólo de su persona y no de su sexo. O escucharlas cuando me hablan, en lugar de llenarles de baba mientras toco todo lo que puedo. O el respetar y alabar a todas aquellas que libremente deciden llevarse a la cama a todo hombre que le guste. O calificarlas por algo más a parte de sus curvas. O por no imaginar que detrás de todo ascenso siempre hay alguien que se la está tirando. O por no querer casarme con Elsa Pataki... En general, por luchar contra el sexismo. Supongo que mis lectores masculinos saben bien a qué tipo de conversaciones me refiero. Las femeninas... igual no tanto. Aunque podéis compararlas con esas en las que, entre vosotras (generalizando), se ha despreciado a la puta mientras os enamorabais del chulo.

Tuve que contestar a la pregunta. Sí, me excitan las mujeres, y no sabéis cuánto. Siento mis instintos, me sé animal, y puedo correr por las calles para procrear hasta la saciedad con toda curva que se me cruzara. La mujer es deseo. Me río ante la pregunta de qué sacrificaría antes, si la comida o el sexo. Ese cruce de piernas, ese pliegue en la caída del pecho, ese canalillo, esa mirada enmarcada, esa boca mordible, ese corte de pelo... y me puedo imaginar rompiéndote la falda mientras te subo en la mesa, o dibujandote con mis manos desde tus botas hasta los muslos desnudos, o agarrándote del pelo para atraer tu boca abierta mientras de rodillas nos peleamos a golpe de cadera... Pero eso son mis instintos, maravillosos, placenteros. Cuando quieras los practicamos, los disfrutamos. Por encima de esto, hay mucho más. Hay personas, palabras, pensamientos, sentimientos, vida. Hay derechos. Libertad. Igualdad... Personas.

Si a mí no me juzgan por mi aspecto, por qué debo hacerlo yo con ellas. Si quiero aspirar a algo más que a ser el marido de, la cara bonita, el mejor vestido, por qué no procuro lo mismo para ellas. Si sé (y si no lo sabes, lee un poco) que han sido tratadas como basura a lo largo de los años, por qué me va a ser indiferente. Si quiero ser escuchado, por qué no escucho. Si quiero ser tratado como persona, por qué las trato como ganado.

En España se gastan millones de euros en... mmmmm... por ejemplo... en un ejército. En promocionar el turismo. En subvenciones para festejos tradicionales. En apoyo a la iglesia. En construcción de infraestructuras. En medio ambiente. En sanidad avanzada. En investigación. En becas para viajar. En diplomacia. En seguridad. En limpieza. En resolver conflictos laborales... De todo lo que nos gastamos, menos del 1% iba destinado a algo llamado Ministerio de Igualdad. Se dedicaba a preservar los derechos de la mujer. De lo enumerado anteriormente, ¿qué hay más importante que esto para dedicar fondos?

Supongo que será la presión electoral que pide austeridad. O la incomodidad para los políticos varones de tener a una ministra joven, femenina y feminista. O la consideración de los medios como un gasto inútil. Supongo que será por dedicarse a permitir a las mujeres evitar embarazos no deseados, por educar en la igualdad de sexos a la juventud, por luchar más que nunca contra la violencia de género... Supongo que quizá sea más importante mantener una Secretaría de Deportes en el Ministerio de Educación que luche por ganar el próximo mundial o por traer las próximas olimpiadas.

martes, 19 de octubre de 2010

Resumen de mis días

[Fragmento de mail noctámbulo a mi amiga-flor]

Te podría contar mil cosas... mis días son intensos, mágicos, dolorosos, reflexivos, divertidos, detallistas, cortísimos. Sí, se me pasa el tiempo volando, y ahora vivo como apurada para hacer todo lo que desearía antes de irme... a parte del trabajo con horario saltimbanqui voy al cine y al teatro, a espectáculos diversos, aprendo a bailar tango, escucho música de todo tipo en directo, meriendo casi a diario en cafeterías con mucho encanto, compro kilos de libros, paseo por mercadillos, voy a museos, como empanada, pizza y carne en cantidades industriales, estornudo con la primavera, leo en el autobús y me espachurran en el metro, charlo con las mujeres que conozco aquí sobre amor, tomo muchos cruasanes, voy canturreando por la calle...

El humano que vivía a mil kilómetros, que luego fueron diez mil, ahora está en las antípodas, a unos 18.500 kilómetros, aproximadamente.
[Fragmento de encuentro fortuito por messenger]

-Buenos días!!
-Buenas noches!!

Le doy vueltas a mi familia, a nuestra historia. A los cinco que la formamos, del derecho y del revés. Como un puzzle de fichas frágiles y pegajosas, acabo con los dedos embadurnados de fragmentos destrozados...
[Fragmento de cualquier conversación telefónica con mi madre]

-Estás bien? Estás comiendo bien? Fulanito tiene nosécuál enfermedad... Hace frío? Ten cuidadito...

[Fragmento de las páginas que he leído hoy]

...el hijo del guardia imperial pensaba que era preciso mantener su amistad y su alianza -complejas y frágiles como cualquier relación humana intensa y cargada de fatalidad- alejadas de los asuntos del dinero, alejadas incluso de la sombra de la envidia o de la falta de tacto...

Quise soñar también con un niño-koala, y sin embargo soñé con un embarazo que sangraba y no llegaba a su término (en el que yo temía por mi vida únicamente, importándome un bledo el bebé). Dos noches más tarde soñé que acariciaba a una mujer, la besaba, ella estaba desnuda y cuando me incliné a degustar su sexo, descubrí que le salían unos conductos a ambos lados de la vulva, parecían macarrones, me repugnó sobremanera...

A la mínima que alguien (sobre todo del género testosteronil) detecta mi acento español, escucho la metralleta de preguntas:
[Fragmento que sufre ligerísimas variaciones... según el contexto, la última pregunta avanza puestos]

-Sos española? De dónde? Y qué hacés acá? Es la primera vez que visitás Argentina? Y hasta cuándo te quedás? Tenés novio? Así siguen mis días aquí... por ahora esto es todo, amigos...
Folie, informativos argentinos de medianoche.

sábado, 16 de octubre de 2010

Tacto


Me tocas...
   tiemblo tras mi coraza
   me protege de lo ajeno
   el roce me es extraño
   tu tacto me llama

Silencio...
   es alcohol lo que suena
   en segundos en mi mente
   en dirección a mi mirada
   en tu mano que me toca

Se irá...
   el inicio de mis besos
   viajando por tu brazo
   circunvalando tu cuello
   bajando a tus pechos
   me recreo en tus pezones
   llego exhausto a tu ombligo
   buceando a mordiscos
   mientras lamo tus heridas
   entre muslos de pan caliente

Me tocas...
   sólo me tocas

miércoles, 13 de octubre de 2010

Extraños amantes






Ayer una mujer me hizo pensar con su discurso en que hay veces que nos separamos de un amor sin que existan razones claras para ello. Yo la entendí, porque yo sé que podría haber seguido con aquella relación, la que no tenía problemas evidentes, ni discusiones o incompatibilidades mutiladoras. Y que sería feliz.

Esta noche, otra mujer que casi no conozco me ha confesado, llorando, su dolor por volver a su ciudad y tener así que desvincularse de las personas amigas que ha encontrado en su periplo porteño. Ha mencionado las pocas veces que ocurre esa magia, ese encuentro que completa, que da sentido al sinsentido, y que desolla la piel al alejarse.

Y yo me doy cuenta de que o tengo mucha suerte, o las estrellas están dispuestas a favorecerme o hay algo raro en mí. Porque yo sé de esos encuentros mágicos, pero no son pocas las veces que me han pasado, han sido bastantes. Tengo a mi alrededor, voy encontrando y disfrutando, personas especiales. Y, a mi manera de decir, estoy enamorada de todas ellas, de todos esos amigos que siento mi verdadera familia.

Me siento amando extraños que se hacen amigos por merecidas razones. Extraños que dejan de serlo y se convierten en partes de mí, en intrusos que habitan mi mente, acompañándome. Y, de vez en cuando, uno de esos extraños a los que amo se convierte en la persona especial del momento. Y lo quiero con locura, a cada uno de la manera que me nace en ese tiempo, y cada cual se lleva su trozo de la biografía amorosa de Folie. Extraño a los amantes.

Sigo amando. Pero tengo la plena seguridad de que podría haber sido feliz con cualquiera de las relaciones importantes anteriores. Y esa sensación es aterradora. Culpable de mi inconformismo, confusa, con miedo a forzarme a tener estabilidad que me demuestre que he encontrado a la persona más especial, con pánico a reconocer que no hubo razones para terminar las historias pasadas, con impotencia por tener sólo una vida y tener que desechar por cojones tantos caminos alternativos.

Me paso la vida amando a esos extraños amantes. No sé aún escucharme para saber cuándo dejaré de preguntarme "¿quién?"

lunes, 11 de octubre de 2010

Trojan.TDT

Uno de los primeros pasos para librarse de la opresión cultural estandarizada que nos moldea como rebaño de consumistas es pasar el antivirus a nuestra sala de estar. Tienes en tu nuca, cual Neo fuera de Matrix, enchufado un espía, un mal de ojos. Debemos cortar las alas del parásito interno, del troyano que nos mueve a su antojo. Hay que sacar a la basura lo que es basura. Hay que deshacerse de la televisión.

Tras el primer mes ya no eché de menos la tele (Tyler Durden). Cuando consigas erradicar la desinfección y eliminar la drogodependencia televisiva sentirás un alivio. Comprobarás, con tristeza, lo enfermo de la sociedad. Cuando confieses no tener televisor en casa, tus semejantes preguntarán incrédulos, como Perales, a qué dedicas el tiempo libre. No les contestarás porque la pregunta ya te dejó sin palabras. Cuando visites otro cálido hogar y te enfrentes de nuevo a la sensación de un mando en tu mano, a esa TDT de la era en la que lo digital es sinónimo de superior, pasarás los canales, uno tras otro. Verás anuncios, muchos anuncios. Te sorprenderá la forma tan descarada en la que intentan vender cualquier cosa, incluso lo más absurdo.

A las mujeres les presentan productos para adelgazar y rejuvenecer, ese debe ser su objetivo en la vida. A los hombres, todo aquello que puedan comprar para presumir al vecino o conquistar mujeres. A los niños, objetos con los que puedan provocar la envidia de sus compañeros de clase. Verás películas y series donde la mujer siempre es la histérica, culpable y tonta que se equivoca y acaba doblegándose ante la razón del violento y guapo héroe machista que la trata como escoria. Donde antes sólo veías anuncios e historias te llamará la atención un fondo de engañabobos, violencia, sexismo, adoración de la belleza, la fama, el dinero y la ignorancia.

Usarás el standby. Verás el rectángulo pixelado volverse negro. Te sentirás bien por no tenerlo en casa. Quedarás en silencio. De los pisos vecinos, entre paredes y techos, seguirán llegando los murmullos Dolby Surround. Por la ventana verás el reflejo de monitores que proyectan campos de fútbol, explosiones y escenarios de debates sensacionalistas. La infección se sigue propagando, los enfermos siguen parasitados, sus neuronas conexionan al ritmo de 38 pulgadas planas en alta definición.


domingo, 10 de octubre de 2010

Aquellas voces

Fragmentos de conversaciones de la madrugada de ayer, sólo voces femeninas:

... me encanta la convivencia, compartir las cosas comunes como el desayuno, ponernos juntos a ordenar los libros, esperarlo viendo una película y quedarme dormida ...

... y cuando me dijo que se iba a matricular de ocho asignaturas estallé, porque entre el montón de curro que tiene, su familia, la bici, sus amigos, las asignaturas... ¿cuánto tiempo le queda para mí? ...

... mi ex-novio es mi mejor amigo, alguien especial que no quise perder por haberse terminado la relación, y cualquiera que quiera estar conmigo deberá entender eso ...

... me dijo que le gustaría trabajar en el extranjero, que va a echar currículum y yo le he dicho que ni se le ocurra ...

... ella se ha casado con su tío, con el hermano de su madre ¡es una perversión en toda regla! ...

[este post se me quedó en el tintero, ahora lo rescato, cuando ya aquella noche queda lejísimo]

domingo, 3 de octubre de 2010

Bocetos


BOCETO DE AUTORRETRATO

Insisto en no esquivar nada
Vivir es participar
¿Acaso no es más sensato elegir entre lo conocido?

Me opongo a la servidumbre
¿Lo he logrado?
Sometida a otra esclavitud
Soy verdugo y víctima

Lo acepto Lo prefiero

Reconozco la grandeza del héroe
¡Oh gloria! ¡Oh victoria! ¡Oh desdichado!

La moneda que llevo en la mano
es un espejo pequeño
Verme ignorando mi reverso
Agujero de sombra

La cara de la moneda es hermosa
Su perfil de rayo
Su reverso feo

Formarme como una obra de mi propia mano
No es fácil

Si renuncio a esa otra parte de mí
Si la desecho para hacer triunfar la belleza
Entonces tendría que renunciar a mí misma

Me sorprendo
¿No es esta también una moral?

Renuncio a ser
Sólo lo que no es
Se construye

Hoy la infancia es un estremecimiento
'todo se ha consumado'

En el tiempo
La moneda no permanecerá
Los espejos no guardan la esencia
Única parte inamovible
Espantado del miedo de la memoria

Hay demasiados caminos para un mismo rostro
Mis palabras
Ojo de aguja
O clavo de ausencia
Vagan por las calles de la ciudad colmada

¿Es inútil este boceto?

Prematuro suplicio
De la imagen propia

(Lauren Mendinueta)

sintiendo y/o pensando

En alguna extraña web he leído hoy que aquellos que se dedican a la filosofía, entre los que se incluía el autor/a, es porque tienen una vida sexual aburrida. Y completaba la afirmación con el lema: ¡No pienses, folla!

¿Qué queréis que os diga? No estoy dispuesto a renunciar al sexo duro, pero me es imposible dejar de pensar. No sé si mi genética está un punto más alejada del cerebro reptiliano, o si me dedico a racionalizar mis sentimientos, o si todo es culpa de mis padres, o si me han amado poco, o si he follado poco, o si no sé amar, o si soy un cobarde, o si creo que la vida es mejor si a la vez que se siente se piensa, o si se olvidaron de ponerme el botón de standby en la nuca, o si tengo graves problemas emocionales o psiquiátricos, o si nací para pinchar la música y no para bailarla, o si esta frase sólo es producto de mi racionalización para ocultar mis problemas.

Me siento solo en una cama vacía un sábado noche. Me siento incomunicado con un móvil sin mensajes que me acompañen a las 4 de la mañana. Me siento lejano a todo y a todos los que me rodean, nadie está cerca. Me siento extranjero en una sociedad con la que no comparto sentimientos. Me siento diferente para encontrar a Alguien. Me siento confundido por las causas de esta diferencia. Me siento inseguro por esta diferencia. Me siento cobarde por no dar pasos que a lo mejor quiero dar. Me siento incomprendido, cada vez más, y por más. Me siento envidioso de lo que deseo, que es mucho. Me siento atraído por miradas fijas y bocas entreabiertas, y lunares, y cuellos delgados, y gemelos curvos, y espaldas desnudas. Me siento melancólico por mis recuerdos. Me siento triste por la vida, intrínsecamente. Me siento alegre por la oportunidad de vivirla. Me siento cabreado conmigo, porque sí. Me siento asustado por mi libertad, que no sé si la uso. Me siento deseoso de tiempos más felices en los que se piensa menos y se siente más. Me siento mis pensamientos.

Pienso cómo quiero amar, para amar. Pienso qué personas merecen mi respeto, mi admiración. Pienso en qué me gusta consumir mis días, hasta mi temprana muerte. Pienso qué es ser ético, y por qué serlo. Pienso cómo es un mundo mejor, y para qué hacerlo. Pienso por qué me duele a veces la vida, y cuál es el fármaco. Pienso en Nuestras diferencias, las que tenemos. Pienso en cómo encontrarLa de nuevo, difícil. Pienso por qué pienso, por qué. Pienso cómo dejar de pensar, para dormir al menos. Pienso en qué me equivoqué, porque lo hice muchas veces. Pienso en qué acerté, si lo hice. Pienso en lo que me dices, en todo. Pienso en mis padres, más de lo que crees. Pienso a dónde ir ahora, pero no voy. Pienso en la soledad, que no se va. Pienso qué quiero. Pienso cómo quiero ser. Pienso en mis sentimientos.

Siento y pienso por qué, para qué. Pienso y siento que en todo esto no he dicho absolutamente nada.
Buenas noches.